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Las mujeres representan el 11% de Brigada Guzmán «El Bueno» del ejercito 26 años despúes

Igualdad en el Ejercito

12 Dic Las mujeres representan el 11% de Brigada Guzmán «El Bueno» del ejercito 26 años despúes

Las mujeres representan ya el once por ciento de los efectivos de la Brigada Guzmán «El Bueno» X al cumplirse 26 años de su llegada al Ejército

Hace veintiséis años que el color caqui dejó de vestir a un único género en España para feminizarse con la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas. Fue en septiembre de 1988 cuando un reducido grupo cambió las tornas para esa mitad de la población excluida de servir a su patria. No obstante, lo hicieron solo a medias, pues las mujeres solo podían acceder a 24 cuerpos y escalas. No fue hasta once años después cuando, con la ley del personal militar de 1999, se eliminaron todas las limitaciones y se les permitió ocupar cualquier puesto, incluidas las unidades de combate.

La base militar cordobesa de Cerro Muriano, sede de la Brigada de Infantería Mecanizada Guzmán «El Bueno» X, tampoco tardó en incorporar a las primeras soldados a sus filas. Fueron apenas doce, que llegaron el 2 de noviembre de 1993: diez de Infantería y dos especialistas.

Veinticinco años después, la presencia de las mujeres en la Brimz se ha incrementado, si bien todavía resta mucho para que la equiparación legal garantice la igualdad real. A día de hoy, las féminas representan el 10,8 por ciento de la plantilla de la Brigada, esto es, 307 militares. Pero mientras llegan al 12,8 por ciento de los efectivos de tropa (269), su porcentaje es muy inferior entre los cuadros de mando: 5,2 por ciento de los suboficiales (29 mujeres) y un 5,08 por ciento de los oficiales (apenas nueve).

En cuanto a los empleos que ocupan, hay contabilizadas 135 soldados; 110 cabos; 24 cabos primero; 23 sargentos; seis sargentos primero; siete tenientes y solo dos capitanes.

A nivel nacional, las cifras están muy igualadas. En total, las mujeres suponen el 12,3% de los efectivos de las Fuerzas Armadas. La crisis frenó en seco este proceso y la representación femenina se ha estancado en ese porcentaje desde hace aproximadamente ocho años. Llegan al 16,9% de la tropa y marinería, pero su porcentaje es muy inferior en las escalas superiores: representan el 7,3% de los oficiales y 3,2% de los suboficiales.

Pero, a pesar de la todavía abismal diferencia numérica, lo cierto es que las uniformadas están ya presentes en todos los cuerpos, la mayoría de escalafones y en la totalidad de los destinos. Tiene las mismas tareas y responsabilidades que sus compañeros del sexo opuesto, recibe la misma formación, se enfrenta a las mismas pruebas y maniobras, percibe los mismos salarios y está sujeta a idéntico régimen disciplinario, según destaca el Observatorio Militar para la Igualdad.

Así lo corrobora la teniente Raquel Rodríguez Taisma, una de las siete con ese rango que trabaja en la base cordobesa, en concreto, en el grupo de Artillería de la Compañía ATP X. «La sociedad ya asume hoy en día con normalidad la presencia de la mujer en el Ejército, y hay una mayor concienciación sobre nuestra capacitación, es decir, que podemos realizar sin problemas el mismo trabajo que nuestros compañeros», señala.

La teniente Taisma tiene a su cargo a una treintena de efectivos y es la jefa de la linea de piezas, esto es, la responsable de que se tomen todas las medidas para que el disparo de proyectiles sea efectivo y certero. Desde que tuvo uso de razón, según rememora, supo que quería ser artillera, como su padre. «Cuando acabé mis estudios de BUP, hice Selectividad y, finalmente, entré en la Academia de Oficiales, donde estuve formándome durante cinco años. Éste es mi primer destino y estoy muy satisfecha con lo logrado hasta ahora».

Las aspiraciones de esta mando pasan por seguir subiendo de escala, «y cuando sea capitán podré realizar el curso de Educación Física porque me encanta el deporte», afirma.

Además, «tengo muchas ganas de participar en una misión internacional. Todavía no me he estrenado», afirma con las miras puestas en Líbano, donde ya se se han desplazado más de 550 efectivos de la Brigada cordobesa para participar en la participar en la Operación Libre Hidalgo XXII.

Precisamente, en este despliegue participan 24 mujeres: una capitán, una teniente, dos sargentos, dos cabos primero, ocho cabos y diez soldados, según datos de la Brimz.

La progresiva incorporación femenina a las Fuerzas Armadas ha permitido la aprobación de una batería de medidas en los últimos años que facilitan la conciliación de la vida laboral y familiar. La más reciente es una orden ministerial que permite posponer la incorporación a una operación internacional cuando esté pendiente un proceso de divorcio en el que se dirima la custodia de los hijos; en casos de embarazo de alto riesgo del cónyuge; por fallecimiento de la pareja o por un desahucio.

Las medidas de protección de la maternidad incluyen el aplazamiento de cursos y pruebas físicas por embarazo, parto o postparto, así como la prórroga del contrato de las militares temporales que estén en esa situación.

Flexibilizar el horario

Por su parte, la normativa sobre jornada laboral prevé que los militares que tengan a su cargo un menor de 12 años (sobre todo, familias monoparentales) puedan flexibilizar su horario de trabajo, o pedir una reducción de jornada con la correspondiente merma de salario. En teoría, quienes se acogen a esta fórmula para cuidar a sus hijos están exonerados de guardias o maniobras pero solo, agrega la normativa, «cuando las necesidades del servicio no lo impidan». Y es el mando el que aprecia cuáles son dichas necesidades.

La cabo Leticia Guerrero sabe bien lo importante que es contar con este tipo de medidas conciliadoras, puesto que tiene un hijo pequeño a su cargo «y si no fuera por el apoyo que siempre he tenido por parte de todos los jefes y mandos, hubiera sido muy complicado compatibilizar mi trabajo con mi vida familiar», asegura.

Esta joven, que se encarga de gestionar las comisiones de servicio y la aprobación de los preceptivos gastos en el Estado Mayor, asegura que desde siempre quiso estar en el Ejército. «De chica tenía claro que quería hacer la ‘mili’», recuerda con una sonrisa. «Antes de ingresar aquí, estuve un tiempo trabajando como camarera y tenía clientes de la base que me animaron a entrar en la Brigada y aquí estoy desde 2006».

La cabo asegura que «ya es algo totalmente normal» que haya mujeres militares. «Quizá todavía haya alguien a quien le sorprenda, pero mi percepción es que es algo común».

Guerrero sí ha tenido la oportunidad de participar en misiones de paz, en concreto, «estuve en Líbano en los años 2010-2011 y repetiría sin dudarlo. La experiencia fue muy positiva, sobre todo, por la sensación de sentirse útil, que resulta muy reconfortante», rememora.

Pese a asumir una gran responsabilidad en su puesto, «ya que soy la encargada de administrar mucho dinero», su día a día le sirve «de desconexión» y se siente «como en familia, porque paso mucho tiempo con mis compañeros y compañeras de la base», dice Leticia.

Fuente: ABC Cordoba

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